jueves, 28 de febrero de 2013

Antonio Rodríguez Huéscar (1912- 1990)

"Antonio Rodríguez Huescar es un manchego nacido en 1912. Cuando llegó a Madrid a estudiar era un muchacho modesto, arraigado en su tierra, con conocimiento real de lo que es un pueblo español, los viñedos, los cereales, los melonares. Tenía un fino sentido estético, visual y literario: pintor y escritor de vocación. Nada pedante, tímido y con un fondo de alegría silenciosa. Acostumbrado a parecer menos de lo que era - este rasgo no ha hecho más que acentuarse a lo largo de sus setenta años.
Llegó a la Universidad de Madrid, concretamente a la Facultad de Filosofía y Letras, al filo de la República, en el momento de mayor esplendor de la Universidad española, y en particular de su Facultad, y más aún de su increíble sección de Filosofía. Es ella fui compañero de Huéscar durante cinco años, hasta licenciarnos al mismo tiempo, un mes antes de la guerra civil.


miércoles, 27 de febrero de 2013

Alfonso García Valdecasas (1904- 1993)


Biografía y obra en el portal de la Universidad Carlos III


1941 Revista de Estudios políticos Política exterior
1941 Revista de Estudios políticos nº 3 Relaciones culturales y política exterior
1942 Revista de Estudios políticos nº5 Los Estados totalitarios y el Estado español


22 10 1952 ABC Sobre la envidia
20 11 1957 ABC Los satélites, la ciencia y el Estado
04 04 1958 ABC Sobre una resultante de la política exterior norteamericana

Discurso de ingreso en la Real Academia Española, el 25 de abril de 1965

07 05 1983 Ortega , maestro
01 07 1983 Jesús Prados, en la Española

Cosas de hidalgos

José Ortega y Gasset (1883-1955)

Ortega murió el 18 de octubre de 1955. Unos días después, alguien me preguntó: ¿Cómo era Ortega? Me quedé un momento pensando y dije: Como el Sol, luminoso y cálido. Esta brevísima descripción me sigue pareciendo justa, al cabo de cuarenta y cinco años. Se refería a su presencia, a su figura, a la impresión que daba su convivencia. Todo eso ha permanecido en mí: tengo la impresión de haber estado con él ayer por la tarde, y no puedo leer una página suya sin oír su voz.
Esto se debe en parte a no haberlo abandonado nunca. No había escrito demasiado sobre Ortega mientras vivió: la mayor parte de los ensayos agrupados luego en Acerca de Ortega y Ortega y tres antípodas (1950). Luego vinieron Ortega. Circunstancia y vocación, Ortega. Las trayectorias, y el larguísimo comentario a Meditaciones del Quijote.


martes, 26 de febrero de 2013

Juan del Agua (1940-


Escritos en Dialnet. Universidad de la Rioja


07 06 1982 La manipulación de la ignorancia
09 08 1982 El espíritu de la modernidad
15 09 1982 La latinidad como encubrimiento
25 10 1982 La destrucción de la memoria
06 11 1982 Filosofía y cristianismo
08 12 1982 La cultura barroca
20 02 1983 Perspectiva de un centenario
28 05 1983 Releer "Paz en la guerra"
07 01 1983 Ortega como posibilidad
17 07 1985 Una imagen nueva de España
26 12 1985 La era de la electrónica
03 01 1985 Un gran libro de Julián Marías: "La mujer y su sombra"
18 07 1987 Ser español
09 06 1988 La España de Carlos III
05 09 1989 Memorias II
10 05 1990 Julián Marías y el presente de España
03 06 1991  El Cervantes de Julián Marías
09 06 1993  La razón de la filosofía
14 12 1994  Amor, esencia del hombre: "Mapa del mundo personal" de Julián Marías


Artículos en la revista Cuenta y Razón


Por su importancia pondré a continuación alguno de ellos:

nº 4     1982 La España real. Cinco años de España. Sólo en formato doc.
nº 5     1982 Los prejuicios políticos franco-españoles. En el primer formato doc.
nº 106 1998 Los artículos de Julián Marías. En formato doc.
nº 109 1999 España como preocupación. En formato doc.
nº 112 1999 Una nueva historia de la Inquisición
nº 115 2000 Ser español. Sobre el libro del mismo título de Julián Marías
nº 144 2006 Julián Marías y la libertad

viernes, 22 de febrero de 2013

Xavier Zubiri (1898-1983)

Se cumple un siglo del nacimiento de Xavier Zubiri, mi primer maestro de filosofía, mi amigo de tantos años. Lo conocí en octubre de 1931, en su cátedra de la admirable Facultad de Madrid. Con una sotana pulquérrima, sin haber cumplido treinta y tres años, volvía a ser profesor después de dos años de estudios con Heidegger en Alemania. Hablaba rápida y nerviosamente, sin ahorrar dificultades, con pasión y rigor. Leíamos la «Monadología» de Leibniz; como yo estudiaba además Ciencias, me decía a veces:«Usted, joven matemático, lo entenderá bien. » Yo tenía diecisiete años. Hicimos pronto excelente amistad, y en ocasiones íbamos a merendar juntos y a ver una película policiaca o de espionaje, o a husmear en librerías de viejo, como dos compañeros -es lo que parecía-. Algún tiempo después, por las frecuentes vejaciones o agresiones, el obispo autorizó a los sacerdotes a usar traje seglar, y Zubiri vistió siempre impecables trajes muy oscuros.


Miguel de Unamuno (1864-1936)

Llevo sesenta años escribiendo sobre don Miguel de Unamuno, desde 1938. Hace cincuenta y cinco que se publicó mi libro «Miguel de Unamuno», que no ha envejecido a mis ojos -y, por sus reediciones, parece que tampoco a los de sus lectores-. La razón es que traté de «construir» la figura de Unamuno atendiendo a lo que me parecía más profundo y auténtico, lo que podía permanecer, más allá de los azares, las modas pasajeras, las tentaciones.
«Cuando me creáis más muerto, / retemblaré en vuestras manos» -escribió Unamuno, pensando en el temblor, siempre actualizado, de sus versos-. Unamuno cultivó todos los géneros; poesía, novela, teatro, libros doctrinales llenos de una filosofía rehuida y de preocupación religiosa, artículos sobre todos los asuntos imaginables: paisajes, ciudades, autores, política. Cada lector, incluso cada época, ha ido mirando la obra de Unamuno según diversas perspectivas, y las imágenes de él han ido cambiando. Yo señalé que lo más importante de su obra era lo más desatendido hasta entonces: la novela, en la que veía lo más innovador y creador literariamente y lo más importante filosóficamente: la «novela personal» como método de conocimiento, desde «Paz en la guerra» hasta «San Manuel Bueno, mártir».

Luis Díez del Corral (1911-1998)

Luis Díez del Corral se orientó desde muy pronto al pensamiento político, integrado en una visión social y por tanto histórica. Su obra amplísima ha explorado muy diversos campos, con una insistencia especial en el siglo XIX y, mirando hacia atrás, en el XVII. Entre sus muchos libros, mi preferencia va a dos:«El liberalismo doctrinario» y «Velázquez, la Monarquía e Italia». Estimulado por Ortega, investigó el liberalismo doctrinario, en Francia y en España. Su autor preferido era Tocqueville, sobre quien trabajó incansablemente, a lo largo de gran parte de su vida. Yo había sido, desde otros muchos puntos de vista, lector de Royer-Collard, de Guizot, del propio Tocqueville y de Antonio Alcalá Galiano, lo que me llevó a sentir gran estimación por el reinado de Luis Felipe (1830-48), y a pensar que la libertad política tardó cuarenta y un años en establecerse en Francia desde el comienzo de la Revolución de 1789, cuando no parecía tan lejana.