jueves, 28 de febrero de 2013

Antonio Rodríguez Huéscar (1912- 1990)

"Antonio Rodríguez Huescar es un manchego nacido en 1912. Cuando llegó a Madrid a estudiar era un muchacho modesto, arraigado en su tierra, con conocimiento real de lo que es un pueblo español, los viñedos, los cereales, los melonares. Tenía un fino sentido estético, visual y literario: pintor y escritor de vocación. Nada pedante, tímido y con un fondo de alegría silenciosa. Acostumbrado a parecer menos de lo que era - este rasgo no ha hecho más que acentuarse a lo largo de sus setenta años.
Llegó a la Universidad de Madrid, concretamente a la Facultad de Filosofía y Letras, al filo de la República, en el momento de mayor esplendor de la Universidad española, y en particular de su Facultad, y más aún de su increíble sección de Filosofía. Es ella fui compañero de Huéscar durante cinco años, hasta licenciarnos al mismo tiempo, un mes antes de la guerra civil.




Se sintió enriquecido con esas verdades que Ortega había descubierto, o iba descubriendo en nuestra compañía, en diálogo con nosotros, y que eran también plena, legítimamente "suyas". Al cabo de unos años, aquel muchacho llegado de La Mancha era intelectualmente más rico que los que no habían hecho el esfuerzo de apoderarse de aquellas riquezas ofrecidas.
Esto dejó a Huéscar marcado para toda su vida. Y no sólo intelectualmente, sino en toda su persona. Mejor dicho, intelectualmente pero en el sentido de la "razón vital", que es "la vida misma en su función de dar  razón de la realidad". El pensamiento de Ortega incluía, como elemento esencial, la evidencia de que la vida humana es "intrínsecamente moral" (es decir, moral o inmoral). se desprendía de él la consecuencia de que engañarse, sustituir las propias convicciones, estimaciones, pretensiones, deseos, por otros, era falsificarse, no ser uno mismo. Los que de verdad pasaban por Ortega en la intimidad rigurosa de su cátedra de Metafísica eran ya incapaces de engañarse, porque si lo hacían era a sabiendas, y arrastraban para siempre una desazón, un remordimiento...
La obra de Huéscar es íntegramente valiosa y merece ser tenida en cuenta: sabía lo que decía, y su dedicación permanente, casi exclusiva, al estudio de Ortega ha hecho que sus escritos sobre él pertenezcan a esa reducida fracción que contribuye a su comprensión, no a su desfiguramiento".
11 05 1990 Una pérdida española por Julián Marías


Página sobre Rodríguez Huéscar en la biblioteca Cervantes Virtual, con acceso a la mayor parte de su obra:


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